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Conflictos Locales

¿Demanda de recursos o reivindicación social? Entradas de análisis a la Marcha por la dignidad de Esmeraldas

¿Demanda de recursos o reivindicación social? Entradas de análisis a la Marcha por la dignidad de Esmeraldas

Por: Lucía Valverde Núñez

El 12 de julio pasado, el presidente Alfredo Palacio se comprometió en la provincia de Esmeraldas a  entregar recursos para la reconstrucción vial, edificación del puente sobre el río Esmeraldas, adquisición de equipo caminero y asfaltado de vías, entre otras demandas. Pero en la realidad los ofrecimientos no se hicieron realidad, por lo que la Asamblea provincial, presidida por la prefecta decidió tomar medidas de hecho.

Reseña de la movilización

Una marcha encabezada por Lucía Sosa prefecta de Esmeraldas, y Ernesto Estupiñán, Alcalde la capital junto a los alcaldes de los cantones de Río Verde y Atacames, así como sectores estudiantiles, laborales y de organizaciones sociales, partió de Esmeraldas el 12 de octubre de 2005 con el objetivo de pedir al gobierno central la asignación de 70 millones de dólares, para obras de infraestructura. La marcha, que terminó en Quito con alrededor de 3000 personas avanzó por las poblaciones  de Chigüe, Quinindé, La Unión, La Concordia, Santo Domingo de los Colorados, Alluriquín Tandapi  y Aloag. Arribó a Quito el 24 de octubre, día en que tanto la prefecta como el alcalde mantuvieron reuniones con Galo Chiriboga, ministro de gobierno (e) y firmaron un acuerdo para la asignación de los recursos solicitados. El gobierno asignó $17.000.000 para equipo caminero, proyectos de inversión, asfalto y la declaración de emergencia vial para toda la provincia.
Conflictividad socio-política  de la movilización de octubre
 

Resulta interesante ver como en la medida en que los gobiernos locales tienen conflictos propios estos se tornan nacionales. Por un lado este proceso nos permite visualizar elementos de estructura que reordenan un contexto político histórico y por otro, entradas de estudio en torno a la problemática del poder local frente a un Estado central que termina cediendo a sus demandas. Esta circunstancia se evidencia en el proceso de movilización que se desarrolló en el mes de octubre y que terminó en un acuerdo Gobierno Central-Provincia en la consecución de presupuesto para la construcción de obras de infraestructura en la provincia de Esmeraldas. De tal manera los datos que nos proporcionan El Comercio, El Universo y La Hora dan cuenta que este conflicto local termina siendo mediatizado y trasciende al escenario nacional convirtiéndose en un punto de partida para posteriores movilizaciones.
Los actores se construyen desde una amplia gama de homogeneidad social, pero la movilización no deja de ser liderada por la Prefecta, legitimada además de su cargo de elección popular, como presidenta de la Asamblea de la provincia, y por el alcalde de la capital. Sin embargo hay una presencia significativa de estudiantes jóvenes de organizaciones sociales, miembros de comités barriales, frentes laborales, deportivos entre otros, que matizaron el escenario y tomaron el nombre de fuerzas vivas.
Tres son las fases en las que se pueden identificar los elementos centrales  del conflicto:
 

La expectativa que la noticia genera en torno al anuncio de movilización hacia la capital para pedir se asigne los recursos que el presidente prometió meses atrás, expectativa que no deja de ser mínima en los diarios de circulación nacional, pues mantienen la noticia en la sección de información provincial y la noticia mientras no empieza la marcha tiende a desaparecer. Sin embargo, y como así lo dirían los diferentes actores de la movilización, el objetivo es llamar la atención de los medios para que nacionalmente se conozca el problema y sea una forma de persuasión, para comprometer al ejecutivo con la presencia de “testigos nacionales”.
 

En el desarrollo de la movilización, la tendencia de cobertura mediática se da paso a paso, es decir hay seguimiento de marcha  de acuerdo a los distintos puntos de llegada intermedios antes de llegar a Quito. En este trayecto que contaba con la presencia de grupos estudiantiles, jóvenes universitarios, comités barriales, frentes laborales, denominados como “las fuerzas vivas”  a parte de generar la atención mediática esperada, logran que varios grupos sociales se sumen al pedido como una forma de protesta, hay una interesante postura de solidaridad tanto por los motivos de la marcha, como por la apuesta humana que significó. La convocatoria además posee un alto sentido de subjetividad social, es la marcha  “Por la dignidad del pueblo de Esmeraldas”, consigna que logra una coyuntura identitaria, que resuelve momentáneamente los conflictos internos entre actores políticos y sociales y los homogeniza por el cumplimiento de un solo objetivo. De tal modo que la marcha es vista como una movilización provincial por una causa provincial y la que de alguna forma todos los esmeraldeños se siente sino involucrados por lo pronto vinculados.

La noticia se nacionaliza y empieza a formar parte de los titulares principales de los periódicos y por tanto pasa a escenario informativo de primer orden.  Hay en la capital  una evidente cantidad de actores que ocupan un espacio territorial público  y que presionan la negociación de los gobiernos locales con el central. Si por un lado ya hubo en julio un acuerdo previo de dar recursos a la provincia por parte del ejecutivo, las autoridades esmeraldeñas estarán legitimadas en su pedido  por una provincia representada en la marcha. El desenlace de la coyuntura se resuelve con el compromiso del ejecutivo, representado por el Ministro de gobierno, para la asignación inmediata de recursos para la construcción de obras de infraestructura.
 
Una respuesta política a la reacción de la movilización, a decir de Simón Pachano es que la protesta parte de la incapacidad de responder a un plan de trabajo provincial y local que fue ofrecido y no hay recursos con que llevarse a cabo. La búsqueda de un “enemigo fuera” justifica o condiciona la asignación de los recursos para cumplir con un plan ofrecido. En este caso lo local tiende a necesitar del poder central ya que en nuestro país no existe una asignación automática de recursos. En este sentido y con este tipo de acciones si se visualiza una significativa consolidación de las autoridades provinciales y locales elegidas por representación popular frente a un papel delegativo que agoniza. El papel del gobernador por ejemplo quien constitucionalmente es el representante del Ejecutivo en las provincias, no aparece como actor dominante. En el conflicto esmeraldeño, con la movilización se provoca la salida del gobernador quien no es tomado en cuenta ni como mediador mucho menos como delegado presidencial. Este conflicto se da básicamente por dos aspectos: los pedidos locales al gobierno central tienden a ser por recursos y el gobernador no maneja recursos, y además no hay marco legal o consuetudinario que le de al gobernador un papel de coordinador de acciones entre el gobierno central al que representa frente a los gobiernos locales.
Esmeraldas es una provincia que se ha caracterizado por la presencia política del Partido Roldosista Ecuatoriano PRE, que tiende a bajar su vigencia electoral tras la caída de Bucaram (Pachano: 2006). Antes de la prefectura de Lucía Sosa y la alcaldía de Estupiñán (actualmente reelegido) 12 son los años en los que el PRE, manejó el aparataje político y administrativo de importantes cargo de elección popular. La estrategia del Movimiento Popular Democrático fue proyectar personajes reconocidos por su trabajo individual representativo junto a la idea de una izquierda que busca transformación. No le ha ido mal, Esmeraldas está experimentando procesos reales de reconstrucción social, urbana y participativa.
 

Los actores sociales que participan de la marcha van a ser determinantes a la hora de la resolución del conflicto,  pues diversos grupos sin afinidad política encuentran un espacio antropológico interesante. Si el propósito de la protesta fue la búsqueda de recursos, se transforma paulatinamente en un discurso que sugiere –o exige- nacionalmente una lectura de la representación identitaria negra, en contra de un discurso dominante. A decir de Esperanza García,  quien trabaja en una organización social y participó de la movilización, resultó gratificante ver como un pueblo puede ser leído en unidad por una demanda que actuó como factor de inclusión de diversos sectores, ideológicos, generacionales. Términos en los cuales quienes marcharon por la dignidad del pueblo de Esmeraldas los hicieron por la reivindicación social de un grupo que exige ante todo re-conocimiento y respeto.